En un país como México, abundante en recursos naturales, con climas tan diversos y propicios para muy variadas actividades productivas, con inmensas zonas de campo fértil (aunque hoy en el total abandono), es ofensivo y doloroso que haya personas que tengan que recurrir al suicidio por la horrible desesperación a la que los arrastra el no contar con el alimento para dar de comer a sus hijos.
La nota que le dio
vuelta este pasado fin de semana a la red, sobre los suicidios de indígenas
rarámuris en la Sierra Tarahumara
por la hambruna que allí se vive es un fiel y crudo reflejo del rotundo fracaso
del actual modelo económico, basado en la vil rapiña y el saqueo en beneficio
de unos cuantos. Solamente los cínicos y descarados pueden atreverse a hablar
de avances en el país cuando tenemos a millones, y no sólo en la Sierra Tarahumara , muriendo de
hambre.
En el país hay
aproximadamente 23 millones de personas en pobreza alimentaria, y solamente de 2008 a 2011 se sumaron a
esta crítica situación 3.7 millones, eso significa que más de 1/5 parte de la
población no cuenta con el mínimo indispensable de alimentos para una
supervivencia elementalmente aceptable.
Son verdaderas cifras
de terror, que llevan a una profunda indignación a cualquier persona con un
mínimo de decencia y respeto por la vida de sus semejantes.
E indigna de igual
modo saber que la actual precandidata y posiblemente futura candidata oficial
panista a la presidencia, Josefina Vázquez Mota, pretenda cínicamente presentarse
como una posibilidad de cambio, de solución a los terribles problemas que
afronta el país, cuando ella ya fue Secretaria de Desarrollo Social; precisamente
la figura que dentro del gabinete es en teoría la principal encargada de
combatir la pobreza en el país, un cargo desde la cual evidentemente no pudo, ni supo,
ni quiso ayudar a millones a salir de la pobreza y la marginación.
No hay que darle
demasiadas vueltas, lo hemos dicho en innumerables ocasiones, este modelo está
rotundamente fracasado, sólo ofrece ventajas a unas cuantas familias de
oligarcas que viven de la explotación de las mayorías, mayorías que son
arrojadas a la desesperación por el hambre, el frío y el total y absoluto
abandono.
La política económica
impuesta en México desde hace tres décadas por los organismos financieros de la
parásita banca internacional a través de sus dos partidos (PRI y PAN) que en
los hechos fundamentales se comportan como primos-hermanos, no solamente es
injusta, va mucho más allá de eso, es abiertamente genocida y criminal, pues
literalmente le anula la posibilidad de vida y desarrollo a millones de seres
humanos.
De ahí la importancia
de una verdadera insurgencia ciudadana en este 2012 que instale en el poder un
proyecto que rompa rotundamente con este actual modelo, que centre su visión en
el desarrollo y el máximo bienestar posible de las personas por sobre los
intereses mezquinos de una minoría.
O le damos paso a la
construcción de un Estado social de Bienestar que empiece por aliviar poco a
poco el inmenso dolor que ha dejado el neoliberalismo o seguimos por el camino
del crecimiento de la miseria y la desigualdad.
Esas son las dos
alternativas que convierten el siguiente proceso electoral en una elección literal entre la vida o más muerte.
Publicado originalmente el 16 de enero de 2012
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