Las encuestas, en el
mundo de la política, están bastante lejos de ser meras mediciones sobre la
popularidad real de los candidatos. Son, por el contrario, verdaderas armas
psicológicas en manos de las élites para crear falsas percepciones favorables a
sus intereses con las cuales debilitar la organización y el respaldo de la
población a opciones políticas opositoras que ponen bajo cuestionamiento los
privilegios, las injusticias y las desigualdades sociales.
Esto es justamente lo
que estamos viviendo en México, por lo que es claro que las encuestas oficiales
de los grandes poderes mediáticos, serán de aquí al mes de julio, armas de
primer orden en importancia para intentar imponer a Enrique Peña Nieto en la
presidencia de México.
Y digo que serán un
arma de primer orden porque incluso ahora, que ha venido quedando en evidencia
la rotunda frivolidad y vacuidad del candidato de las élites, y que se ha hecho
mucho menos efectiva de lo que era antes la operación de presentarlo como al perfecto
joven estadista colmado de virtudes que él mismo se ha ido encargando de hacer
evidente que no existe, la operación por la cual apostarán en los principales
círculos de poder será la de presentar a Peña Nieto como inalcanzable, pase lo
que pase, suceda lo que suceda.
Es claro que hay un
creciente y muy profundo rechazo hacía el PRI y hacia su candidato, sin
embargo, las encuestas pagadas por las élites le dan una disminución prácticamente
insignificante.
En el mismo sentido,
hay cada vez un mayor apoyo hacia el candidato de la izquierda, Andrés Manuel
López Obrador, quien tiene un crecimiento sorprendente de opiniones positivas
tanto fuera como dentro de la red, opiniones favorables que incluyen las de
muchos aquellos que le veían con malos ojos en 2006, lo que le ha permitido
encabezar mítines y foros cada vez más concurridos, y sin embargo, esas mismas
encuestas apenas le dan un crecimiento casi imperceptible.
Por otro lado, en todas
las consultas y encuestas realizadas por medios ciudadanos e independientes
(incluida la primer encuesta independiente publicada en www.revistaemet.net), los resultados son
absolutamente opuestos a los de Mitofsky, en todos el candidato de la izquierda
aparece en un cómodo primer lugar, mientras que Peña Nieto ocupa un bastante
lejano tercer puesto.
Todo esto hace
evidente que la élite sabe perfectamente que su candidato no tendrá un día de
campo el primero de julio y deja claro que su principal objetivo desde ahora es
crear la percepción de que la elección está resuelta, que por más aversión que
le genere al votante la candidatura de Peña Nieto, todo está decidido y no vale
la pena siquiera salir a votar.
Así que si el amplio
movimiento social de izquierda que apoya la candidatura de AMLO desea que éste
llegue a la presidencia, tiene dos grandes tareas por delante: Conquistar la
mayor cantidad de simpatías posibles que puedan traducirse en votos, pero
además, y no menos importante, convencer a todas esas nuevas simpatías
conquistadas de no caer bajo ninguna circunstancia en la desmoralización y la
desesperanza que pretenderá generar la derecha con los números de las encuestas
durante los siguientes meses para que los potenciales votantes de izquierda no
salgan a votar, con lo que toda la simpatía generada y el trabajo titánico de
conquistarla, terminaría siendo en vano.
Alfredo Rdz.
Publicado originalmente el 30 de enero de 2012.
Alfredo Rdz.
Publicado originalmente el 30 de enero de 2012.
Buen texto, esto le pasó a muchos de mis conocidos y familiares que ya ni fueron a votar porque dijeron el típico "ya paque' como sea dicen las encuestas que ya ganó Peña Nieto".
ResponderEliminarAhora a ver cómo nos va, en estos seis meses que lleva el sexenio ya anunciaron que la economía se está desacelerando si de por si ya estaba desacelerada con los panistas.