En una columna
anterior, escrita apenas cuatro días antes del anuncio oficial del triunfo de
Andrés Manuel en las encuestas para definir al candidato de izquierda hacia el
2012, decía yo que aunque Ebrard declinara, AMLO, por su propio bien y el del
Movimiento que encabeza, debía ser sumamente cuidadoso y no ceder de más al
actual Jefe de Gobierno, a Camacho, ni al ala derecha del PRD representada por
los chuchos (Aquí se puede leer dicha columna: http://bit.ly/rTE4Tl)
Decía también que
MORENA tiene entre sus bases a suficientes personas de a pie, honestas,
sinceras y llenas de voluntad, que incluso aportan recursos de su propio
bolsillo en pro de la difusión del Proyecto de Nación, como para cederle
espacios a quienes ya han demostrado estar bastante lejos de la renovación y
regeneración general que plantea MORENA.
Pues bien, parece ser
que esa política de ceder espacios a los cuadros de la vieja clase política va
a ser sostenida, al confirmarse el rumor de que Manuel Bartlett, podría ser
postulado como candidato en 2012 por la izquierda invitado directamente por
AMLO.
Dicha noticia ha
desatado toda una serie de reclamos en las redes sociales de simpatizantes de
López Obrador contra dicha decisión. A la mayoría de la gente de izquierda le
molesta e indigna que quien ha sido acusado durante mucho tiempo de haber sido
participe en el fraude electoral del 88 contra la izquierda, pueda ser candidato
precisamente por esa misma corriente política.
Y sí, sin duda hay
razones legítimas para la molestia, pues MORENA debe ser en los hechos los que
defiende ser en el papel, un espacio ciudadano donde se comience a gestar la
transformación política, económica, social, y también, y no menos importante, ética del país. Y dicha transformación
debe comenzar por abrir la participación directa a los ciudadanos que no cargan
con un pasado cuestionable, a ciudadanos que han demostrado en la escuela, en
el centro del trabajo o en su comunidad, el estar desinteresadamente a lado de
la transformación que México necesita.
En ese nivel, la
critica a Andrés Manuel me parece completamente compartible, sensata y obvia,
además de bastante necesaria por sí misma para el propio movimiento, que debe
ejercer la crítica hacia sus dirigentes, para además de todo, dejar claro a los
más viscerales críticos de MORENA y de la izquierda, que se está trabajando por
construir una corriente reflexiva, crítica, que debate y puede cuestionar las
decisiones venidas incluso del mayor referente del movimiento como lo es AMLO.
Pero…
A pesar de acordar con
los críticos de la posible candidatura de Bartlett en lo fundamental, sobre
todo porque, como he dicho, creo que abajo, entre la gente, hay personas mucho
más valiosas y con muchos más méritos que Bartlett o cualquier otro político
para representar a la izquierda, y que esas mismas personas son las que deben de
empezar a renovar la vida política, creo que hay que reflexionar sobre algunos
aspectos de la crítica, que muchos han fundamentado de manera reduccionista en la militancia priísta de Bartlett per se.
La lectura oficial de
la historia que los privilegiados le hacen ver a las mayorías siempre está
llena de trampas, siempre. México hoy día está controlado y dominado por una
élite financiera que impuso, aquí y en todo el mundo, el criminal y anti-humano
librecambismo neoliberal, eso nunca debemos perderlo de vista.
Sin embargo, la
lectura amañada que nos hacen ver de la realidad se maneja en función de partidos,
y no de visiones o modelos económico-políticos.
Así, la élite
monetarista nos hace ver las décadas
anteriores al periodo neoliberal como la peor pesadilla, como un monstruoso
infierno al cual de ninguna manera habría que volver, de ahí que a los 70 años
del PRI los metan todos juntos en un mismo costal, incluido el sexenio
nacionalista y popular de Cárdenas, por ejemplo, lo cual está perfectamente
pensado para demonizar cualquier opción que ponga en entredicho el modelo
actual.
El PRI nunca ha sido por
su propia naturaleza, como por lo demás ningún partido electoral en México, un
partido de cuadros que defienden homogéneamente un mismo programa o modelo, sin
embargo, muy astuta y engañosamente, el régimen nos ha hecho identificar a todo
el que haya militado en el “antiguo” PRI, con un “dinosaurio”, “antidemócrata”,
“arcaico”, etc.
¿O acaso podemos
pensar que es casualidad que el régimen intente demonizar a AMLO utilizando como
argumento su pasado priísta o tratarlo de “anacrónico” porque plantea un modelo
fuera del neoliberalismo, que sería, según el régimen, una “vuelta al pasado”?
Bartlett con todos sus
innegables defectos es representante de un ala nacionalista histórica del PRI
(ala nacionalista de la cual proviene el mismo AMLO o Cárdenas), ala que, con todo
los vicios reprochables que pudo haber tenido, defendía un modelo económico con un carácter más
popular y social, menos feroz y bestial, comparado con el que después vendría a
imponer el ala neoliberal que se apoderó del PRI y que co-gobierna con el PAN
actualmente a favor de una minoría.
Es a esa ala o
corriente la que la oligarquía se ha encargado en demonizar, al mismo tiempo
que cínicamente nos intenta vender a un “nuevo” PRI de “nueva generación” con
Peña Nieto.
Y si bien no es
deseable, ni el “viejo” ni el “nuevo” PRI, es cuando menos justo y necesario
señalar y explicar el por qué de las coincidencias de Bartlett con los
planteamientos de la izquierda contra la privatización del petróleo, su defensa
a los trabajadores electricistas contra la desaparición de LyFC, y sus
cuestionamientos en general a las privatizaciones neoliberales.
Sirva pues esta
reflexión no para defender a Bartlett ni mucho menos a su probable candidatura,
pero sí como un llamado a no caer en el discurso reduccionista y maniqueo del propio
régimen.
Alfredo Rdz.
Publicado originalmente el 2 de diciembre de 2011.
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