Todo mundo sabe que México
está hundido en una terrible ola de inseguridad y violencia debido a la irresponsable pseudo-estrategia de Calderón para combatir el crimen.
Hay quienes afirman que
dicha “estrategia” fue llevada a cabo como una búsqueda legítima de Calderón
por contener y disminuir la inseguridad, otros más, piensan que fue una medida
a través de la cual lo único que pretendía era legitimarse dando algunos grandes
golpes meramente mediáticos al crimen, sin importarle realmente la seguridad de
los mexicanos, después de que no pudo conseguir su legitimidad en las urnas, y que
su imagen se vio sumida en un profundo descrédito desde el primer día de su
mandato debido a la dudosa manera mediante la cual accedió al poder.
Sea cual sea la
opinión de cada quien con respecto a las verdaderas intenciones que lo llevaron
a comenzar esta atroz guerra, en lo que hay un consenso es en que ha sido una
estrategia total y absolutamente fracasada, ingenua e irresponsable, que no ha
dado ningún resultado positivo, pues los niveles de violencia, en lugar de
disminuir, se dispararon, e incluso el consumo de droga ha crecido de manera impresionante
a lo largo del sexenio.
Ante esta oscura y
amarga realidad que vive el país, y frente al proceso electoral del 1° de
julio, hay básicamente dos caminos claramente demarcados: La continuidad de la
guerra que se han comprometido a continuar Josefina Vázquez Mota y Enrique Peña
Nieto al darle, ambos, un descarado reconocimiento a la “estrategia” de
Calderón, y la alternativa de paz, por otra parte, que propone Andrés Manuel
López Obrador con una estrategia integral para combatir el fenómeno de la
violencia desde sus causas.
Aunque es obvio que
cualquier candidato hablará en sus discursos en favor de la paz, la tarea de
los votantes es determinar quién tiene realmente una estrategia que pueda
construir una paz verdadera y bien cimentada en los hechos y no sólo en las
palabras, y es ese análisis de las propuestas que tiene cada uno para afrontar
el problema, lo que nos permite llegar a la conclusión de que, sin duda, AMLO
es el verdadero y único candidato de la paz que habrá de aparecer en la boleta
el primer domingo de julio.
AMLO sabe y reconoce
que la reconstrucción del tejido social y la conquista de la paz y la
tranquilidad de la población sólo se conseguirá cuando se atienda a los
jóvenes, cuando haya oportunidades de trabajo y estudio, cuando se recupere el
nivel adquisitivo, cuando haya acceso a la cultura, y en general, cuando se den en el país las
condiciones plenas para el desarrollo integral de los individuos en todas las
áreas de la vida. Sólo una atmósfera de bienestar podrá terminar con la
profunda frustración que ha generado en millones de mexicanos un sistema excluyente,
que promueve desde su propia esencia la peor de las violencias: la miseria.
Andrés Manuel ha
resumido perfectamente la fórmula: “La paz es fruto de la justicia social”, y
de todas las opciones, sólo el tabasqueño está planteando cuidar y regar el
árbol de la justicia para que comience a echar frutos.
Alfredo Rdz.
Publicado originalmente el 26 de marzo de 2012.
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